viernes
Al andar
que el silencio llegue cuando deba llegar
Sólo camino, sin mirar más allá, dejando fluir,
sin preocuparme demasiado por lo que ya no está,
sin pensar siquiera en lo que ha de venir.
La calma, la suave calma me llega sola con la brisa.
Ya estoy por llegar y sé que estarás ahí, esperándome.
jueves
Las manos de Elisa
La verdadera aventura era acariciar esas manos. Era talento lo que se necesitaba, no sólo para acceder a ellas sino para al fin complacerlas. Jamás le bastó con un simple roce de los dedos, por muy suave que éste fuera; había que poner toda la energía en la mínima caricia, apuntar todo el cuerpo, dedicar cada pensamiento, mantener firme la mirada: la vida concentrada en una caricia a las manos de Elisa.
martes
Noventa minutos de contemplación
Empiezo a vivir en el mismo momento en que empiezo a ser palabra. Vine buscando hendijas, verbos por donde escaparme; madrigueras, adjetivos que me refugien en el espacio ínfimo de mi verdad.
Es mucho pedirle a noventa minutos de contemplación, pero los lunes se hacen excepciones. Una mano que explica y yo quiero sentir en mis labios , una boca que narra y yo quiero tomar su saliva, una encantadora de serpientes que deja entrever sus piernas como por descuido... tiza sobre el cielo verde... es más de lo que se puede pedir desde este lado de la cátedra.
Del lado donde sólo está ella, también una mirada oculta que me deja soñar en lo que sólo en sueños existe en perfecta sintaxis, semántica preciosa y ortografía impecable. Quince años de distancia dejan de ser excusa cuando gana la urgencia.
Empiezo a vivir en el mismo momento en que empiezo a ser palabra.