martes
Una vez más
Cerró la puerta tras de sí y, apretando impotente los puños, juró jamás volver a la casa de Silvia. Supo, sin embargo, que extrañaría esos rulos dorados toda la vida, que los vería hasta en las morenas y pelirrojas que admitiera en su vida, porque si de algo estaba segura era de que volvería a enamorarse mil veces más esperando hallar en alguien todo lo que Silvia tenía pero no podía darle.
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